sábado, 28 de mayo de 2011

Sorpresas te da la vida.

Y como siempre, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Un coro de indiferencias no bastó para hacerme callar, por que esas indiferencias no existieron, se anularon con una mirada de brillos, una mirada con convicciones, con emociones, con comprensiones. Si por fin con comprensiones. Por que no eran de palabras, eran de sentires, por fin de aquellos sentires que no estaban desplazados por el tiempo, si no que eran los nuestros, los actuales, los de ahora, y que en conjunto se resuelven, se desnudan, de desatan y se... abrazan. Solo con aquella convicción con la cual me siento ahora, me empoderé en esa caricia que con actitud me dijo sin temores todo aquello que uno no espera escuchar, pero que con aires de satisfacción por ósmosis reconoce.
Ahora, solo abrigo en mis brazos, aquella nueva convicción que me dejo este fin de semana. Abrigo la posibilidad de que la locura de la mente puede encontrar una catarsis liberadora, que no tiene precio, ya que las cosas cuando vienen del corazón, de aquella metáfora con la que comparamos nuestro pulso vital, desentrañamos y las gratitudes solo vienen a adornar, pero agradezco que en primera instancia, las gracias se me entreguen, no por que me sienta con la necesidad que me agradezcan, si no que comprendo de mejor forma lo que esa parte de mi que no conocía hasta anoche, valora, entiende y desarrolla.
Solo me queda por explicar, lo que no es explicable por este medio, ni por ningún otro. Pero a pesar de las redundancias, espero seguir dando las gracias, por que la liberación del respirar se hace uno, se hace evidente y por sobre todo: necesario.
Por esto hay que separar aquellas opresiones que son materiales, reales tangibles; de aquellas que nuestra propia mente crea, recrea, y vuelve a crear una y otra vez.

martes, 24 de mayo de 2011

Armas de Fierro






Me armo con armas. Me asocio con asociaciones que muchas veces se presentan como dispares. Se me hace sentido, por infinita vez el sentir.
Cada vez que me miro a los ojos, comprendo que la realidad se ilumina de aquella convicción que no saco de mi mismo, si no que el reflejo de lo que en mi se refleja. Como espejo de aquella realidad que comprendo, las veces que visito este lugar me vuelvo lánguido, siento pesar, me pesa la idea, me revuelve la idea que no se si es cierta, no encuentro relación, Me enternece el pensar esta ciudad con su estructura terminada, me enternece servir a la imaginación, estos platos que no son mas que proyecciones errantes que vagan por los intersticios de la mente. Y que cada fierro se vuelve roca en cemento, forma una concepción cosmica que te transporta al pasado, que con su imagen te transporta al caos, a la inútil melodia que proyectan cantos apocalípticos llenos de miedos, llenos de culpas y de, también, inutil comprensión.
Ahora, mi imaginación deambula por aquel espacio que me parece profano, pero su identidad profana está tan sobrecargada de elementos sagrados, que se vuelve sagrado en cada esquina, en cada vértice que se forma por el choque de estos fierros vueltos rocas, vueltos fierros, vueltos oxido, vueltos nada con el paso del tiempo.

domingo, 22 de mayo de 2011

Amores Imposibles.

Seguramente escribo desde tiempo atrás, la "sofisticación" de los sentimientos se vuelven complejos con el tiempo. Y si bien la vida te ha enseñado a simplificar los nudos, parecen ciegos con el pasar del tiempo. La historia, mi propia historia de la que hablo, ha sido lucida al señalarme los senderos que debo seguir, y que me niego a compartir. El corazón no se manda solo, pero si tiene una libertad enorme para apreciar las virtudes y reconocer los desvalores. Ahora, como dominar las vicisitudes del sentido. No soy quien para dominar, para domar, para controlar. Contengo que contento me hago las lineas que debo jalar, y que si bien, soy dueño del destino que determino, que decido, pero mucha parte de ese destino tampoco esta en mis propias determinaciones, si no que se consensúan, mas bien, chocan dialecticamente con aquellos otros que no necesariamente tienen la misma concepción que se estremece en tu sentir.
Hace unos dias, volvi a visitar aquel puerto querido que me hizo calle, que me hace sentir libre, al mirar sus calles, al admirarme en cada esquina, al enamorarme, a jugar a enamorarme de aquellas callejuelas que simulan espacios que no nos corresponden, y que se adornan de ese deseo carnal que me abriga, que me ilumina la semana, el mes, el año. Y comprendí nuevamente lo que era la democracia, aquella democracia que nos haciamos vitores de justicia en los noventa, y que nos vimos poco a poco ensimismados en logicas que no son ni siquiera las nuestras, son de otros, son de otras desesperadas codicias, de desesparadas aves rapases, que negrecen el costo de la vida, que hacen que se vea gris, oscura, que ningun color de su puta estructura, de su modelo arquitectónico, nos parezca rescatable, y el reproche nos hace ensimismarlos, solo espero que ese "ensimismamiento" fuera colectivo, que no explotaramos hacia adentro, como dijo un amigo, y que como muchos lo hacemos, y no compartimos muchos pesares por vergüenza, por rebeldía, o por mantener una alegría que a la vez es triste, falsa, tal cual como Los prisioneros nos dieron a entender sus ánimos remotos, a través de una canción que en estos momentos no tiene interés en sonar en mi cabeza. Y... claro, suenan ritmicamente las teclas del teclado, haciéndome parecer que estuviera picoteando con rabia aquella neutralidad que no es neutra, como si mi teclado fuera el control de aquello que no me gusta, como si el teclado fuera el culpable, como si a través del teclado pudiera cambiar aquello que no me gusta. Tal vez en parte si. Pero siempre estará la discusión inútil, sobre como cambiar las cosas desde tu escritorio. Solo que ahora veo que las cosas no son en separado, si no que simplemente complementos de una lucha que se abre en distintas esferas y que cada elemento suma, siempre y cuando la raíz del problema este del todo comprendida.


Amores imposibles

(Ismael Serrano)


Cuando caiga la tarde, lo verás salir
arrastrando de casa el calor del hogar.
Cortará alguna flor, besará a su mujer,
perseguirá la estela de un comenta fugaz.
Y en la calle lo verás abrir la flor de su secreto.
Y empezará a soñar.
Quizá vaya al billar a mirar hombres y posturitas.
Quizá invente una cita
con un Adonis para él.

Ningún hombre lo amó.
A nadie reveló su pasión y los juegos,
el deseo clandestino.
No hubo cartas de amor,
no hubo día del orgullo.
No le devolverán los veranos perdidos.
Y Cernuda lo ve suspirar, triste, desde el Parnaso.
San Sebastián asaetado reza por tus pecados,
llora por ti, no olvida
al que sufre en silencio
a su oveja perdida.

Miran al cielo y piden un deseo:
contigo la noche más bella.
Amores imposibles
que escriben en canciones
el trazo de una estrella.
Cartas que nunca se envían.
Botellas que brillan
en el mar del olvido.
Nunca dejes de buscarme
la excusa más cobarde
es culpar al destino.

Cuando salga de clase, lo volverá a encontrar
en el lado salvaje, tras el humo del hash.
Él, dulce calavera. Él, corsario de barrio.
Ella, dulce muñeca. Ella, seria y formal.
Él no escucha el rumor de sus alas si pasa a su lado.
Pobre Blancanieves,
nuestro príncipe prefiere a la madrastra,
a la mala del cuento.
Él será la manzana
donde duerme el veneno.

Ella soñará un verso que él nunca escuchará.
Él no trepará sus trenzas una noche de invierno.
Ella soñará un viaje y no habrá despedidas.
Ni canciones de amor, ni Capuleto y Montesco.
Crecerán y en la espuma del tiempo
se deshacen sus sueños.
No quedará ni un recuerdo,
ni en la noche un lamento.
Quizá una leve herida
que lavará el olvido
o el agua de la clepsidra 2.

Caminando hacia el sur, tomando la autopista,
han abierto un garito, muy cerquita del pueblo,
donde huríes 3 desnudas venidas de cien mundos
celebran cada noche catorce de febrero.
Y en la aldea un hombre suspira si el neón se ilumina.
No tuvo Eva este Adán,
no hubo asiento de atrás,
ni caricias, ni cartas perfumadas,
no hubo cita en el parque.
No hubo chicas de Plan 4.

Cuando caiga la noche lo verás entrar
como cada domingo aseado y puntual.
La encontrará en la barra, como a un delfín varado
que ha perdido su estrella, que un día expulsó el mar.
Ella escucha y él, enamorado, desnuda sus miedos.
Entre el ruido, benjamines de champán
y otros delfines cobrando su rescate
a náufragos perdidos
sueña raptar a su amante.