miércoles, 20 de mayo de 2020

A las 20:00 aproximadamente del dia 20 de mayo de 2020, a dos horas de iniciar el toque de queda y con una comuna en cuarentena; jóvenes encapuchados entraron en la Casa Central de la Universidad de Chile. No quemaron nada (con lamento lo cuento). Solo destrozaron la chapa y pidieron al guardia que saliera. El grupo de jóvenes en un acto no por lo menos performativo, y desde el imponente e impotente salón de honor, se “auto proclamaron” ser los vicerrectores de la universidad. Y tal como los Zapatistas, declararon rector al pueblo. El pueblo no quería clases on line. No quería ver a sus hijos encerrados en sus casas inmovilizados ante su contexto. El pueblo no quería excusas ni disculpas. No quería saber de parte de los expertos académicos un “Me veo obligado” o “Entiendo todo lo que está pasando”, “Hay que seguir”. El pueblo consideraba que los cartones no les aplacaría el hambre. Todo lo contrario, el pueblo responsabilizaba a sus profesionales de haberles dado vuelta la espalda, de sustentar su falta de salud y su muerte con sus títulos. El pueblo declara: que nunca más habría agrónomos que infectaran con pesticidas sus cosechas, que nunca más habría médicos que discriminaran un tratamiento por falta de recursos económicos, profesores que enseñaran a obedecer al patrón ciegamente a sus hijos, ni arquitectos que diseñaran sus precarias viviendas, ni historiadores que hablaran mal de su historia, ni diseñadores que les vendieran como mercancías los productos que el mismo producía. Serian expulsados aquellos periodistas que distorsionaran su realidad, y los geógrafos e ingenieros que hayan aprobado proyectos contaminantes en sus proximidades. Aquellos artistas que les venden sus obras de artes, y aquellos sociólogos que mintieran sobre sus estadísticas. El pueblo declararía que expulsaría de su universidad a todo aquel que se había camuflado en los altos mandos de la universidad con su discurso, expulsaría a todo proyecto de investigación inútil, a todo ramo challa e inútil, todo autor de paper que se haya publicado en Europa, a todo ser indeciso, a todo aquel que con años de explotación haya ocupado su nombre para marketing publicitario. El pueblo se hizo justicia de la relación mas toxica que ha tenido en tantos años. A partir de ese día y en plena pandemia, El pueblo forjaría una nueva Universidad.