domingo, 22 de mayo de 2011

Amores Imposibles.

Seguramente escribo desde tiempo atrás, la "sofisticación" de los sentimientos se vuelven complejos con el tiempo. Y si bien la vida te ha enseñado a simplificar los nudos, parecen ciegos con el pasar del tiempo. La historia, mi propia historia de la que hablo, ha sido lucida al señalarme los senderos que debo seguir, y que me niego a compartir. El corazón no se manda solo, pero si tiene una libertad enorme para apreciar las virtudes y reconocer los desvalores. Ahora, como dominar las vicisitudes del sentido. No soy quien para dominar, para domar, para controlar. Contengo que contento me hago las lineas que debo jalar, y que si bien, soy dueño del destino que determino, que decido, pero mucha parte de ese destino tampoco esta en mis propias determinaciones, si no que se consensúan, mas bien, chocan dialecticamente con aquellos otros que no necesariamente tienen la misma concepción que se estremece en tu sentir.
Hace unos dias, volvi a visitar aquel puerto querido que me hizo calle, que me hace sentir libre, al mirar sus calles, al admirarme en cada esquina, al enamorarme, a jugar a enamorarme de aquellas callejuelas que simulan espacios que no nos corresponden, y que se adornan de ese deseo carnal que me abriga, que me ilumina la semana, el mes, el año. Y comprendí nuevamente lo que era la democracia, aquella democracia que nos haciamos vitores de justicia en los noventa, y que nos vimos poco a poco ensimismados en logicas que no son ni siquiera las nuestras, son de otros, son de otras desesperadas codicias, de desesparadas aves rapases, que negrecen el costo de la vida, que hacen que se vea gris, oscura, que ningun color de su puta estructura, de su modelo arquitectónico, nos parezca rescatable, y el reproche nos hace ensimismarlos, solo espero que ese "ensimismamiento" fuera colectivo, que no explotaramos hacia adentro, como dijo un amigo, y que como muchos lo hacemos, y no compartimos muchos pesares por vergüenza, por rebeldía, o por mantener una alegría que a la vez es triste, falsa, tal cual como Los prisioneros nos dieron a entender sus ánimos remotos, a través de una canción que en estos momentos no tiene interés en sonar en mi cabeza. Y... claro, suenan ritmicamente las teclas del teclado, haciéndome parecer que estuviera picoteando con rabia aquella neutralidad que no es neutra, como si mi teclado fuera el control de aquello que no me gusta, como si el teclado fuera el culpable, como si a través del teclado pudiera cambiar aquello que no me gusta. Tal vez en parte si. Pero siempre estará la discusión inútil, sobre como cambiar las cosas desde tu escritorio. Solo que ahora veo que las cosas no son en separado, si no que simplemente complementos de una lucha que se abre en distintas esferas y que cada elemento suma, siempre y cuando la raíz del problema este del todo comprendida.


Amores imposibles

(Ismael Serrano)


Cuando caiga la tarde, lo verás salir
arrastrando de casa el calor del hogar.
Cortará alguna flor, besará a su mujer,
perseguirá la estela de un comenta fugaz.
Y en la calle lo verás abrir la flor de su secreto.
Y empezará a soñar.
Quizá vaya al billar a mirar hombres y posturitas.
Quizá invente una cita
con un Adonis para él.

Ningún hombre lo amó.
A nadie reveló su pasión y los juegos,
el deseo clandestino.
No hubo cartas de amor,
no hubo día del orgullo.
No le devolverán los veranos perdidos.
Y Cernuda lo ve suspirar, triste, desde el Parnaso.
San Sebastián asaetado reza por tus pecados,
llora por ti, no olvida
al que sufre en silencio
a su oveja perdida.

Miran al cielo y piden un deseo:
contigo la noche más bella.
Amores imposibles
que escriben en canciones
el trazo de una estrella.
Cartas que nunca se envían.
Botellas que brillan
en el mar del olvido.
Nunca dejes de buscarme
la excusa más cobarde
es culpar al destino.

Cuando salga de clase, lo volverá a encontrar
en el lado salvaje, tras el humo del hash.
Él, dulce calavera. Él, corsario de barrio.
Ella, dulce muñeca. Ella, seria y formal.
Él no escucha el rumor de sus alas si pasa a su lado.
Pobre Blancanieves,
nuestro príncipe prefiere a la madrastra,
a la mala del cuento.
Él será la manzana
donde duerme el veneno.

Ella soñará un verso que él nunca escuchará.
Él no trepará sus trenzas una noche de invierno.
Ella soñará un viaje y no habrá despedidas.
Ni canciones de amor, ni Capuleto y Montesco.
Crecerán y en la espuma del tiempo
se deshacen sus sueños.
No quedará ni un recuerdo,
ni en la noche un lamento.
Quizá una leve herida
que lavará el olvido
o el agua de la clepsidra 2.

Caminando hacia el sur, tomando la autopista,
han abierto un garito, muy cerquita del pueblo,
donde huríes 3 desnudas venidas de cien mundos
celebran cada noche catorce de febrero.
Y en la aldea un hombre suspira si el neón se ilumina.
No tuvo Eva este Adán,
no hubo asiento de atrás,
ni caricias, ni cartas perfumadas,
no hubo cita en el parque.
No hubo chicas de Plan 4.

Cuando caiga la noche lo verás entrar
como cada domingo aseado y puntual.
La encontrará en la barra, como a un delfín varado
que ha perdido su estrella, que un día expulsó el mar.
Ella escucha y él, enamorado, desnuda sus miedos.
Entre el ruido, benjamines de champán
y otros delfines cobrando su rescate
a náufragos perdidos
sueña raptar a su amante.